miércoles, 22 de julio de 2009

Amor constante más allá de la muerte

Cerrar podrá mis ojos la postrera
sombra que me llevare el blanco día,
y podrá desatar esta alma mía
hora, a su afán ansioso, lisonjera.
Mas no de esotra parte en la ribera
dejará la memoria en donde ardía.
Nadar sabe mi llama la agua fría
y perder el respeto a ley severa.

Alma, a quien todo un Dios prisión ha sido,
venas, que humor a tanto fuego han dado,
médulas, que han gloriosamente ardido,
su cuerpo dejarán, no su cuidado;
serán cenizas mas tendrán sentido:
polvo serán, mas polvo enamorado.