lunes, 27 de julio de 2009

Evocación.

Con esfuerzo puedo apenas recordar a aquella niñita flacucha y pálida que, tímidamente, se acercaba con su balde, su pala y algunas otras chucherías,
al grupo de chicos que jugaba en la arena.
A los pocos minutos, primero uno, luego otro, los demás pequeños empezaban a tomar los juguetes de la nena hasta que, finalmente, ella quedaba sin nada, calladita, mirando la arena.
Recuerdo que su mamá, desde una silla, observaba la escena - que no por recurrente dejaba de incomodarla - y se acercaba al grupo; alzaba a su hija y juntaba uno a uno los juguetes arrebatados mientras sugería: “Por qué no venís a jugar con tus papás y tu hermanito, que está solo?”
Sé que pasaron muchos años, y el otro día me contaron que ya no está la mamá para rescatar a esa niña convertida en mujer, que hasta hoy sigue calladita, mirando el piso .....

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